Fin de la Batalla del Ebro

En el verano de 1938, en plena Guerra Civil Española, la situación del ejército de la Segunda República era más que comprometida. Encadenaba una serie de derrotas que habían ido cercándoles en un territorio cada vez más escaso mientras las tropas franquistas, con mejor armamento y conservando la férrea disciplina militar, avanzaban imparables. 

Las ciudades que el gobierno legítimo de la República todavía mantenía como sus grandes feudos en 1937 -Madrid y Valencia, y Barcelona por otro lado- habían quedado aisladas. el territorio republicano estaba dividido y la Guerra Civil española se complicaba. La fuerzas republicanas decidieron lanzar una ofensiva con el objetivo de recuperar la comunicación entre las ciudades más importantes

Con todo en su contra, el entonces presidente Juan Negrín y el jefe del Estado Mayor, el general Vicente Rojo, lanzaron un órdago que podría haber cambiado el curso de la guerra pero que solo sirvió para confirmar su final. La República se disponía a atacar con todo en la batalla del Ebro.

En la madrugada del 25 de julio, las tropas republicanas cruzaban el Ebro por Mequinenza y establecían el río como frente de batalla. La ofensiva pretendía aprovechar el factor sorpresa y aunque se consiguió ganar terreno hasta el día 30, el avance fue lento y la rápida respuesta franquista provocó que esos primeros éxitos se desvanecieran rápidamente. Los enfrentamientos se extendieron a lo largo de todo el río Ebro desde Tarragona a Zaragoza y el tomaron forma de batalla de desgaste en la que no se cedía ni un ápice del terreno. La estrategia de Rojo tuvo, según algunos historiadores, un fallo estratégico básico en los combates en río: si el agua va paralela al frente, se convierte en un obstáculo para el atacante y una ayuda para el defensor.

La del Ebro se considera la batalla más sangrienta (20.000 muertos y más de 70.000 heridos entre ambos bandos) y una de las más largas (114 días de enfrentamientos) de la contienda. Los choques más brutales entre ambos ejércitos se produjeron en septiembre y en octubre se comienza a perder el terreno ganado por el ejército republicano. El 28 de octubre, el mismo día en que las Brigadas Internacionales abandonaban España, comenzaba la contraofensiva franquista que llevaría a que los republicanos volvieran a cruzar el río en noviembre.

Franco, a quien se puede ver en la imagen visitando el frente, concentró todos los esfuerzos de sus tropas en combatir esta ofensiva, a sabiendas de que los republicanos luchaban en una posición difícil, de espaldas al río. El 16 de noviembre de 1938, tres meses y medio después del inicio de esta contienda, el bando rebelde certificaba su victoria y, prácticamente, sentenciaba la guerra.

En 1847 nace Bram Stoker

En palabras de Oscar Wilde, "Drácula no ha sido la novela más bella que se ha escrito jamás" y sin embargo la obra más famosa de Stoker se ha convertido en una de las historias de terror más icónicas de todos los tiempos. A pesar de ello su autor murió pobre y olvidado.

Abraham "Bram" Stoker nació el 8 de noviembre de 1847 en Clontarf, Irlanda. Su padre era un funcionario del gobierno británico, y su madre era una mujer devota que le inculcó su amor por la literatura y el folclore irlandés. Stoker estudió derecho en la Universidad de Dublín, pero nunca ejerció la profesión. En cambio, se dedicó al periodismo y al teatro. En 1878, Stoker conoció a Henry Irving, un actor británico que se convertiría en su mentor y amigo. Irving le ofreció un puesto de secretario personal, y Stoker lo acompañó en sus giras por todo el mundo. Durante sus viajes, Stoker se interesó por el folclore y las tradiciones de diferentes culturas. Estas experiencias le inspiraron para escribir "Drácula", que se publicó en 1897. Stoker escribió otras novelas y obras de teatro, pero ninguna de ellas tuvo el éxito de "Drácula". Murió en 1912, a la edad de 64 años.

Drácula

"Drácula" es una novela gótica que cuenta la historia de un conde vampiro que viaja a Inglaterra para conquistar el mundo. La novela fue un éxito inmediato y se convirtió en un clásico de la literatura de terror.  Ha sido adaptada a numerosas películas, series de televisión y obras de teatro.

La novela sería mundialmente aclamada años después de su muerte, pasó en su momento sin pena ni gloria. No sería hasta 1922, cuando el director de cine alemán F. W. Murnau llevó a la pantalla la obra maestra del cine mudo Nosferatu, y posteriormente cuando el actor húngaro Bela Lugosi encarnó con éxito al malvado conde en diversas películas, cuando el personaje vampiresco creado por Stoker se hizo mundialmente famoso, convirtiéndose en un mito de la cultura universal.

Nosferatu, el vampiro (1922)

Esta película muda alemana es una de las obras maestras del cine expresionista. La dirección de Murnau y la interpretación de Max Schreck como el Conde Drácula son de una gran fuerza expresiva. La película es una adaptación libre de la novela de Stoker, pero conserva los elementos fundamentales de la historia, como la llegada del vampiro a una ciudad europea y su lucha contra un grupo de hombres valientes.

Drácula (1931)

Esta película estadounidense es la primera adaptación sonora de la novela de Stoker. La dirección de Tod Browning y la interpretación de Bela Lugosi como el Conde Drácula son legendarias. La película es un clásico del cine de terror y ha influido en numerosas películas posteriores.

Drácula de Bram Stoker (1992)

Esta película estadounidense es una adaptación fiel de la novela de Stoker. La dirección de Francis Ford Coppola y las interpretaciones de Gary Oldman, Winona Ryder y Anthony Hopkins son de una gran calidad. La película es un ejemplo del cine de terror gótico y ha sido aclamada por la crítica.

El mito del vampirismo

El mito del vampirismo tiene sus raíces en el folclore de muchas culturas diferentes, desde Europa hasta Asia. Los vampiros se suelen representar como criaturas sobrenaturales que se alimentan de la sangre de los vivos. Tienen una serie de características comunes, como la capacidad de transformarse en murciélagos o lobos, la invulnerabilidad a las armas normales y la debilidad a la luz del sol.

Las primeras referencias al vampirismo se encuentran en la antigua Grecia y Roma. En la mitología griega, por ejemplo, se hablaba de los Empusae, espíritus femeninos que se alimentaban de sangre. En la mitología romana, se hablaba de los Lamia, espíritus femeninos que se alimentaban de niños.

En la Edad Media, el mito del vampirismo se extendió por toda Europa. Se creía que los vampiros eran personas que habían muerto de una muerte violenta o que habían sido maldecidos. Se pensaba que los vampiros podían causar enfermedades, muerte y desastres naturales.

En el siglo XIX, el mito del vampirismo se popularizó gracias a la novela "Drácula" de Bram Stoker. Esta novela, que se publicó en 1897, es una de las obras más influyentes de la literatura de terror. La novela ayudó a consolidar el mito del vampiro como una criatura sobrenatural y peligrosa.

En la actualidad, el mito del vampirismo sigue siendo una parte importante de la cultura popular. Se ha representado en numerosas películas, series de televisión, libros y videojuegos. Los vampiros se han convertido en personajes populares de la ficción, y su imagen ha sido reinterpretada de muchas maneras diferentes.

En 1755, nace María Antonieta, reina de Francia junto a Luis XVI

Así le cortaron la cabeza a María Antonieta

La reina destronada, tachada de frívola y despilfarradora, fue acusada de los crímenes más degradantes y ejecutada en la plaza de la Revolución, en París


María Antonieta fue uno de los personajes más importantes de la Historia de Francia y de Europa. Su destino estuvo marcado por el de Luis XVI, un marido al que nunca amó y con el que se aburría soberanamente. Acusada de frívola, derrochadora y caprichosa, María Antonieta nunca gozó del favor de su pueblo, pues era incapaz de empatizar con los problemas con los que tenían que lidiar las clases menos favorecidas. La prensa de la época tampoco la trató bien, retratándola como un ser mediocre, disoluto y antipático que salía a buscar de forma clandestina lo que no encontraba en el lecho del rey de Francia. Cuando se quiso desacreditar a las fuentes que engordaban la lista de amantes de Maria Antonieta y que acrecentaban su mala fama con historias cada vez más rocambolescas.

Fue acusada de conspirar contra Francia y de promover intrigas de toda especie, de satisfacer sus caprichos desmesurados arruinando las finanzas del país e incluso de haber mantenido una relación incestuosa con su hijo Luis Carlos, delfín de Francia. Aficionada al teatro y a los grandes bailes, a los juegos de naipes y a la moda, María Antonieta fue odiada por un pueblo acosado por el hambre. La Revolución Francesa estalló y los reyes de Francia fueron apresados en la huida. La guillotina acabó cortando la cabeza de María Antonieta y la de Luis XVI.

Abucheada e insutada

La mañana del 16 de octubre de 1793 todo París se halla en las calles, en los balcones y en los tejados. María Antonieta, abucheada e insultada, se dirige al cadalso con las manos atadas a la espalda, condenada a morir en la guillotina, a los 37 años de edad, y casi nueve meses después de la ejecución de su marido, el rey Luis XVI. Cae la cabeza de la reina y el verdugo la muestra a la muchedumbre que abarrota la plaza de la Revolución -la actual plaza de la Concordia, donde nace la avenida de los Campos Elíseos- y que grita con furia: ¡Viva la República!

Boda clandestina Isabel y Fernando

En 1469, el destino de los reinos de Aragón y Castilla quedó unido mediante el matrimonio de sus príncipes, Fernando e Isabel, que pasarían a la historia como los Reyes Católicos. Sin embargo, esta boda contaba con la oposición del Papa y del rey castellano y solo pudo realizarse gracias a la falsificación de documentos, por lo que durante dos años su validez fue muy discutida.

El 19 de octubre de 1469, el príncipe Fernando de Aragón y la princesa Isabel de Castilla se desposaron en Valladolid. Para ser un matrimonio que determinaría el curso de la historia, se celebró sin ninguna pompa; el esposo incluso tuvo que acudir en secreto y disfrazado de mozo de mula de unos mercaderes. Razones tenía de sobra, ya que sabía que la boda que se iba a celebrar no era válida a efectos religiosos y, por si fuera poco, habían falsificado una bula supuestamente emitida por un Papa que llevaba cinco años muerto.

La boda no podía realizarse, según la doctrina eclesiástica, por la consanguinidad de los cónyuges: ambos eran bisnietos de Juan I de Castilla y Leonor de Aragón, lo que les convertía en primos, si bien lejanos. Para autorizar el matrimonio habría sido necesaria una bula papal, pero el Papa Paulo II se negó a concedérsela, ya que esto significaba meterse de lleno en el conflicto sucesorio por la corona de Castilla. El rey castellano Enrique IV, medio hermano de Isabel por parte de padre, había accedido a nombrarla sucesora suya solo con la condición de elegir a su esposo: Isabel se disputaba el derecho a la corona con Juana, la hija de Enrique, un conflicto que acabaría años después en una guerra por la sucesión al trono de Castilla. Juan II de Aragón aprovechó el conflicto para prometer a su hijo Fernando con Isabel, a cambio del apoyo de su reino a las aspiraciones de esta.

Engañando al rey y al Papa

La boda era de gran interés tanto para el rey de Aragón –que, habiendo tenido un reinado convulso, quería asegurar mayor poder para su hijo– como para el bando isabelista en Castilla–que podía esgrimir la alianza dinástica en favor de su candidata–. Por lo tanto, al no contar con la bendición del Papa en vida, optaron por atribuírsela a uno que ya estaba muerto: a tal fin sobornaron a Antonio Jacobo de Véneris, nuncio apostólico, para que fabricara una bula firmada por Pío II, el pontífice que había muerto cinco años atrás y que, supuestamente, permitía el matrimonio entre primos hasta el tercer grado.

Habiendo obtenido el documento, aún quedaba burlar la oposición de Enrique IV. Por ello, el príncipe Fernando fue trasladado en secreto a Castilla, donde le esperaba Isabel, que había rehuido la férrea custodia de Enrique con la excusa de visitar la tumba de su difunto hermano Alfonso. La falsa bula convenció al obispo de Segovia, que permitió el enlace; pero una vez que la boda se hubo celebrado, el engaño no pudo mantenerse y les costó la excomunión a ambos príncipes, y a Isabel el enfrentamiento abierto con el rey castellano. A la vergüenza de haber sido engañado y de que su hermana no hubiera respetado el acuerdo que le daba derecho a elegir a su esposo, se unía el revuelo causado por la falsificación de la bula papal y el bochorno de la relación en sí, que a efectos religiosos no solo no era válida –aunque hubiera sido oficiada– sino que además era incestuosa.

La solución, sin embargo, llegó del propio Vaticano: en 1471, el papa Sixto IV envío al cardenal Rodrigo Borgia –quien se convertiría a su vez en Papa en 1492, con el nombre de Alejandro VI– como legado pontificio. El astuto cardenal hizo un trato con Isabel y Fernando: les entregaría una bula que legitimara su matrimonio –la cual en realidad, según las fuentes históricas, ya estaba en su poder– a cambio de que estos, si lograban prevalecer en sus aspiraciones al trono, concedieran la ciudad de Gandía y el título de duque a su primogénito, Pedro Luis Borgia.

La Bula de Simancas, como así fue llamada, ponía fin a dos años de escándalo y legitimaba un matrimonio que ya era un hecho. Sin embargo, el conflicto estaba lejos de acabar, ya que parte de la nobleza castellana nunca aceptó la validez del enlace y las aspiraciones de Isabel al trono, que consideraban que pertenecía por derecho a Juana, la hija de Enrique IV. Estas tensiones acabarían por causar una guerra civil en Castilla entre 1475 y 1479, del que emergería victoriosa la facción isabelina y, con su marido convertido ya en rey de Aragón, empezarían un capítulo decisivo para la historia de sus reinos.

29 de septiembre, muere Fernando VII

Muere Fernando VII, rey de España entre 1814 y su muerte, en 1833. Su hija Isabel de dos años es proclamada reina.


Fernando VII nació un 14 de octubre de 1784 y hay que recordarlo porque de este rey se cuenta entre las peores cosas que le pasaron a España. Según Arturo Pérez Reverte, el peor rey de la historia de España:

"Fernando VII era un malo absoluto... cobarde, vil, cínico, hipócrita, rijoso, bajuno, abyecto, desleal, embustero, rencoroso y vengativo. Resumiendo, era un hijo de puta con ático, piscina y garaje..."

Llamado "el deseado" y "el rey felón", su reinado fue un despropósito continuo: conspiró contra su padre, el rey Carlos IV, vendió el país a los franceses, derogó la Constitución de 1812 ("la Pepa"), instauró un estado policial llevándose por delante a todo el que se opusiera, reprimió toda la clase de libertades, vivió la decadencia del imperio en tierras americanas, ... Este tipo de episodios se veían acompañados de una falta de interés de Fernando VII por los asuntos de Estado y una especie de hedonismo como elementos definitorios de su personalidad. Se puede decir que su reinado fue el germen de los desastres españoles de los 2 siglos posteriores.


Fernando había llevado una vida de excesos, de todo tipo excesos y, particularmente los excesos de la carne, de todo tipo de carne.  A sus cuatro esposas debemos agregar innumerables amantes que escogía durante sus incursiones nocturnas por las oscuras calles de Madrid. Hasta el final de sus días y a pesar de tres matrimonios poco felices, no tuvo descendencia legítima ni bastarda. Fue justamente con su cuarta esposa, y además sobrina, María Cristina, con quien tuvo dos hijas.


Justamente fueron sus hijas la carga más pesada que Fernando le dejó a España, pues desataron las guerras carlistas entre su hermano, Carlos contra su cuñada y sobrinas, quienes fueron ungidos respectivamente regente, reina y princesa por la ley pragmática. Esta disposición abolía la "Ley Sálica" que impedía a una mujer acceder al trono de España y que habilitaba a sus hijas para ascender al trono. Su hija Isabel fue nombrada reina a los 2 años bajo la regencia de su madre, la reina Mª Cristina. Estas diferencias condujeron a las guerras carlistas, uno de los muchos factores que llevaron a España a la miseria, junto al hecho de que Fernando les dejó a su viuda e hijas 500 millones de reales en una cuenta privada en Londres. 

Los excesos de la carne, tanto de las que se ingieren como de las otras, lo condujeron a una insuficiencia renal, hipertensión y gota, mezcla complicada que lo puso al borde de la muerte. Los médicos ya no sabían qué hacer ni a quien consultar, hasta su muerte.


Muchas cosas malas hizo Fernando, pero en su haber figura la inauguración del Museo del Prado donde se exhiben algunas obras que hablan de su vida. No todo iba a ser tan malo. Una de las obras que se expone en este museo es "El Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga" (arriba) como muestra de la atroz represión que sufrieron los no partidarios de Fernando.