El Compromiso de Caspe

¡Ah, la Corona de Aragón en la primera década del siglo XV, ese culebrón medieval que nos dejó a todos con la boca abierta! En un abrir y cerrar de ojos —o tres años para ser más exactos—, el drama se desató con tres defunciones clave. Primero, en los últimos días de 1406, la reina consorte de Aragón, María de Luna, decidió que era un buen momento para dejar este mundo, dejando al rey Martín I con un solo hijo (de cuatro, ¡menuda suerte!) para asegurar la sucesión al trono.

Este hijo, Martín el Joven (rey de Sicilia, porque claro, ser solo príncipe no era suficiente), se murió en julio de 1409, dejando a su papá con un nieto bastardo, Fadrique. Este chaval era el resultado de un amorío con una noble siciliana, lo que no debió entusiasmar demasiado al abuelo. Pero Martín I, que no era hombre de rendirse fácilmente, se casó de nuevo, esta vez con una noble catalana, a quien, en un giro inesperado, no hizo madre pero sí viuda en ocho meses. Así, en mayo de 1410, el propio rey Martín decidió seguir a sus seres queridos al más allá, no sin antes intentar, sin éxito, colar a su nieto bastardo Fadrique como heredero al trono. ¡Spoiler alert! No lo logró.

Pero no se preocupen, Fadrique no se quedó sin oportunidades. Fue uno de los cinco candidatos originales al trono, propuesto por las diputaciones de la Generalidad aragonesa. Los otros aspirantes a la corona eran todo un desfile de personajes: Alfonso de Aragón y Foix, nieto del bisabuelo Jaime II; Jaime II de Urgel, tataranieto y cuñado (dos en uno, ¡oferta especial!); el infante castellano don Fernando de Trastámara, sobrino por parte de hermana; y Luis de Anjou, nieto de su hermano mayor Juan I de Aragón. ¡Un casting de lujo!

En febrero de 1412, las Generalidades de Aragón y Cataluña se reunieron en Alcañiz para escribir el guion de este drama, conocido como la «Concordia de Alcañiz». Aquí se decidió que el nuevo rey necesitaría al menos seis de nueve votos de los compromisarios, divididos entre Aragón, Cataluña y Valencia (Mallorca dijo "paso"). La muerte prematura de Alfonso de Aragón y Foix en marzo encendió aún más el debate sobre su reemplazo, y finalmente, su hermano Juan, conde de Prades, fue el elegido para continuar con esta telenovela sucesoria.

El 22 de abril comenzaron las deliberaciones que, en teoría, no debían durar más de dos meses. Pero claro, porque si algo nos enseñó este período es que nada va según lo planeado. Tres días más tarde de lo previsto, el 25 de junio en Caspe, se firmó el acta notarial que proclamaba, por unanimidad (¿cómo no?), a Fernando de Trastámara como rey de Aragón. Este Fernando, también conocido como Fernando de Antequera por haber conquistado esta ciudad en 1410, se llevó la corona sin aparentes presiones (¡claro que no!). Durante el interregno entre la muerte de Martín I y la proclamación de Fernando I, todas las decisiones se tomaron, por supuesto, por consenso. ¡Viva el espíritu democrático del medievo!

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