Lausana, Suiza, 30 de abril de 1972. Clara Campoamor, la incansable defensora del sufragio femenino en España, fallece en el exilio, víctima del cáncer y la melancolía. Atrás queda una vida consagrada a la lucha por la igualdad, marcada por la victoria histórica que consiguió en las Cortes Constituyentes de la Segunda República y por la posterior traición y el ostracismo que sufrió por parte de sus propios compañeros.
Campoamor, diputada del Partido Radical, se enfrentó a una dura oposición dentro de su propio partido, incluso a la de Victoria Kent, quien defendía la idea de que las mujeres no estaban capacitadas para votar. Sin embargo, Campoamor no se rindió. Con un discurso memorable que ha pasado a la historia parlamentaria, logró convencer a la mayoría de la necesidad de conceder el derecho al voto a las mujeres.
A pesar de su triunfo, Campoamor no encontró el reconocimiento que merecía. De hecho, fue repudiada y humillada por la Izquierda Republicana, lo que la obligó a buscar refugio en el exilio. Durante años, deambuló por el mundo para ganarse la vida con trabajos precarios, mientras anhelaba regresar a su patria.
En la década de 1950, intentó volver a España, pero su pasado republicano y su pertenencia a la masonería se lo impidieron. Finalmente, en 1972, sus cenizas regresaron a su país natal, incineradas en Suiza. Su llegada al cementerio de Polloe, en San Sebastián, fue discreta y sin ningún tipo de reconocimiento oficial. La mujer que había luchado incansablemente por los derechos de las mujeres regresaba en medio del silencio y el olvido.
A pesar de su triste final, el legado de Clara Campoamor sigue vivo. Su lucha por la igualdad y su defensa del sufragio femenino son una inspiración para las mujeres de todo el mundo. Su historia nos recuerda que la lucha por los derechos nunca es fácil, pero que siempre vale la pena seguir adelante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario