Quema de iglesias, conventos y otros centros religiosos (1931)

Apenas unas semanas después de la proclamación de la Segunda República Española, la ilusión del cambio se vio envuelta en una ola de violencia anticlerical. Entre el 10 y el 13 de mayo de 1931, conventos, iglesias y otros centros religiosos fueron incendiados en diversas ciudades del país, principalmente en la mitad sur.

La chispa que incendió la mecha de la furia popular se atribuye a dos cartas pastorales: una del Cardenal Segura, Primado de España, y otra del Obispo de Tarazona. Ambas criticaban duramente la nueva República y expresaban su apoyo a la monarquía. El 10 de mayo, la inauguración del Círculo Monárquico en Madrid se convirtió en un foco de tensión. La Marcha Real y vivas al Rey provocaron disturbios y enfrentamientos con la Guardia Civil, dejando un saldo de dos muertos y varios heridos. Al día siguiente, la violencia escaló dramáticamente. El convento jesuita de la calle Isabel la Católica fue incendiado, dando inicio a una ola de ataques contra edificios religiosos y relacionados con la Iglesia Católica.


El Gobierno Provisional, presidido por Niceto Alcalá-Zamora, se vio sumido en la indecisión. Inicialmente se negó a reprimir las manifestaciones con la Guardia Civil, pero la magnitud de los incendios lo obligó a declarar el estado de guerra y recurrir al Ejército.


La izquierda atribuyó los hechos a una provocación monárquica y vio los incendios como una respuesta al rechazo de la Iglesia al nuevo régimen. La derecha, por su parte, criticó al Gobierno por su inacción inicial y su posterior represión selectiva, incluyendo la suspensión de la prensa monárquica y católica. La quema de conventos e iglesias de 1931 dejó un saldo de decenas de edificios destruidos, obras de arte perdidas y varias víctimas. Este episodio marcó un punto de inflexión en la tensa relación entre la Iglesia Católica y la Segunda República, y contribuyó a la polarización política que desembocaría en la Guerra Civil Española. Hoy recordamos este sombrío capítulo de nuestra historia para aprender de nuestros errores y construir un futuro de convivencia y respeto mutuo. ¡Nunca olvidemos las lecciones del pasado para forjar un mañana más justo y equitativo!

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