El proceso que llevó a nombrar a don Juan Carlos de Borbón sucesor del general Franco en la Jefatura del Estado fue una comedia lenta y pausada, organizada durante años por Luis Carrero Blanco, el vicepresidente del Gobierno, y Laureano López Rodó, el ministro comisario del Plan de Desarrollo. La decisión fue tan rápida como un caracol en un maratón, y Franco no soltó prenda hasta el último momento, porque claro, el suspense es lo suyo.
El ocaso del régimen franquista, tan inminente como el de su fundador, era un trago amargo para los fervientes seguidores del caudillo y para aquellos que querían una sucesión a la carta. El sector duro de la Falange, por ejemplo, tuvo que tragarse el sapo de ver cómo el hijo de don Juan ocupaba el lugar del Generalísimo. Por otro lado, Carmen Polo, la esposa de Franco, soñaba con un guion distinto: que su nieta se casara con el primo de don Juan Carlos, don Alfonso de Borbón y Dampierre, y que él fuera el heredero de Franco. Todo muy de telenovela, ¿no?
El 22 de julio de 1969, Franco decidió que ya era hora de ponerle punto y final a la trama y firmó la ley que designaba al sucesor: "Propongo a las Cortes que el príncipe don Juan Carlos de Borbón sea el próximo rey, porque ha recibido la formación adecuada y se ha unido a los tres ejércitos, demostrando un patriotismo sin tacha y una lealtad total a nuestros Principios del Movimiento y Leyes Fundamentales". Vamos, todo muy formal y patriótico, como le gustaba a Franco.
Según la Ley de Sucesión de 1947, Franco tenía el poder de elegir a su sucesor. Pero claro, incluso después de nombrar al príncipe, hubo una serie de maniobras detrás de las cortinas para que Franco cambiara de opinión. Entre los conspiradores estaba la mismísima esposa de Franco, que quería ver a su nieta en el trono, de la mano de su esposo, Alfonso de Borbón. Pero al final, todo quedó en nada y nadie movió un dedo, ni dentro ni fuera de la ley, para cambiar la sucesión.
El 20 de noviembre de 1975, la naturaleza hizo su trabajo y el príncipe se convirtió en rey dos días después, comenzando su reinado como Juan Carlos I de España. Y así, tras mucho drama y tramas dignas de una serie de televisión, se cerró el capítulo del franquismo y comenzó una nueva era en la historia de España.
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