¡Oh, Polly, la estrella inadvertida de un show macabro en los callejones de Whitechapel! Con sus cuarenta y dos años de experiencia acumulada, se encontraba esa fatídica madrugada del 31 de agosto de 1888 buscando clientes, pero terminó encontrándose con el personaje más famoso del East End: Jack el Destripador. Sí, porque en una ciudad con mil seiscientas trabajadoras sexuales, Polly tuvo la suerte (o mala suerte, según cómo lo veas) de ser la primera víctima de este asesino en serie, todo un pionero de la criminología moderna. ¡Un logro nada envidiable, eso seguro!
Y es que Jack, cuyo nombre real sigue siendo un enigma, no era solo un asesino: era todo un autor de correspondencia, firmando cartas a la policía como si se tratara de un concurso de escritura creativa. ¡Qué detallista! Se ve que otros ciento cincuenta 'fans' decidieron unirse a la fiesta, enviando sus propias cartas para confundir aún más a Scotland Yard. Pero vamos, con ciento setenta sospechosos, desde marineros hasta aristócratas, y no lograron descubrir a nadie. ¡Qué eficiencia!
Claro, el mito de Jack el Destripador ha crecido tanto que ahora es más una estrella de cine que un asesino real. Incluso en una encuesta de la BBC en 2008, los británicos lo votaron como el peor británico de los últimos mil años. ¿En serio? ¿Y Enrique VIII? ¡Ese sí que sabía cómo ser infame! Pero bueno, el público siempre prefiere una buena historia de misterio... y mutilaciones.
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